SÍNDROME POSTVACACIONAL

¿Es cierto que con la vuelta al trabajo aumentan los episodios de ansiedad? 

 

Cada año recibimos por estas fechas un montón de consultas de personas que previamente a su vuelta de las vacaciones o en los primeros días de su reincorporación al trabajo se encuentran peor, con síntomas de ansiedad, insomnio, irritabilidad… lo que se ha descrito como síndrome post vacacional. Esto lleva ocurriendo en los últimos años y se ha incrementado en estos dos veranos de pandemia.

El fenómeno es relativamente nuevo. Muchos lectores recordarán los largos veranos de cuando eran pequeños que eran en la mayoría de los casos experiencias repetitivas poco glamurosas de colas para llegar a la playa en el utilitario sin aire acondicionado, siestas con moscas y noches de mosquitos, paseos arriba y abajo en bicicleta, comidas con el cuñado…. Salvo por el reencuentro emocional con la familia en el pueblo, a la que no veíamos el resto del año y los amores de verano (primeras experiencias que recordamos con nostalgia porque eran las primeras) la mayoría de las vacaciones eran monótonas y aunque nos daba pereza la vuelta a la normalidad nadie consideraba que esa dificultad para adaptarse a otra monotonía diferente, la de la vuelta a la escuela o al trabajo, fuese motivo de preocupación.

 

     
¿Por qué ocurre el síndrome post vacacional? 

 

Tiene unos desencadenantes claros: el desarrollo de una nueva percepción del ocio como un factor destacado, casi monopolístico, de la búsqueda de la felicidad y la posibilidad de exponerlo a los demás de una forma exhibicionista a través de las redes sociales. Esto que antes parecía solo al alcance de unos pocos (los más ricos, los famosos de las revistas…) ahora nos bombardea de forma continuada a través de las redes sociales. 

Quien más quien menos cuelga fotos de momentos especiales de “felicidad”. Parece que las vacaciones se han convertido en una carrera desenfrenada para acumular experiencias fantásticas que inmediatamente fotografiamos y colgamos en Instagram o en Facebook. Nos hemos acostumbrado a enseñar nuestra vida y parece obvio que intentamos embellecer y maquillar nuestras vivencias para enseñarlas a los demás, de forma parecida a como se aplican los filtros y el photoshop a las imágenes. 

Se viven las vacaciones como ese tiempo dedicado a hacer ese montón de cosas especiales que no hemos hecho durante el resto del año. Y la vuelta a la rutina como ese largo paréntesis gris hasta la nueva oportunidad de “disfrutar de nuestro tiempo”.

Y se impone la cultura del pelotazo: conseguir como nos “enseñan” los influencers que es posible disfrutar todo el tiempo, estar siempre bellos y hermosos y no tener que trabajar para vivir. Muchos pacientes jóvenes que vemos en la consulta no contemplan la necesidad de esforzarse o de poner límites a sus deseos. Hay una baja tolerancia a la frustración y poca paciencia para diferir la satisfacción de lo que deseamos


     
¿Qué podemos hacer para tener una buena vuelta al trabajo?    

 

El principal método para evitar que se produzca el síndrome post vacacional es aceptar (a no ser que nos toque el euromillón) la obligación ineludible de la vuelta a una realidad que no tiene porqué ser exclusivamente desagradable. Y si hay que aceptarlo si o si ¿de qué sirve quejarse?

La vivencia de las obligaciones como algo negativo hace que no se acepte como parte de nuestras necesidades una autodisciplina y unos límites, cuando en realidad estas son las que nos estructuran psicológicamente. Al igual que los deportistas que admiramos entrenan para conseguir sus resultados, el resto de los mortales debemos trabajarnos un posicionamiento activo para sentirnos mejor con nosotros mismos y adaptarnos a los cambios. Esa es la inteligencia emocional, la que funciona para gestionar nuestro día a día.

Podemos y debemos valorar nuestro aprovechamiento del tiempo durante el año. De forma parecida a como la mejor forma de prevenir los incendios forestales del verano es limpiar los bosques en invierno, hay que trabajarse con tiempo nuestra actitud ante la vida. El síndrome post vacacional tiene soluciones efectivas si lo afrontamos con una mirada más positiva.

    
     
¿Cómo potenciar nuestra motivación?    

   

¿Por qué limitar nuestra capacidad de disfrutar a esos pocos días en la playa o los del viaje exótico? ¿Por qué nos parece que los días buenos son sólo los de ir en bermudas y con chanclas? Si lo vemos así solo podemos esperar al siguiente verano, sufrir por añoranza y con angustia los primeros días de vuelta a la oficina y resignarnos. 

Hay dos estrategias útiles y efectivas para manejar esta situación

  1. La mesa de 4 patas. Una de ellas es imaginar que nuestro proyecto vital es como construir una mesa de cuatro patas donde cada una de ellas es imprescindible para que la mesa se sostenga. Las patas son la familia, el trabajo, el tiempo libre y las relaciones personales. El hecho de que las cuatro sean necesarias implica que hay que realizar acciones concretas para que cada una se desarrolle. Y hay que desarrollarlas al mismo tiempo. Si estamos mejor cada día, esperar al verano siguiente será más fácil porqué estaremos ocupados y entretenidos en mejorar nuestro día a día.
  2. La regla de los tercios. En Mas Ferriol explicamos también la regla de los tercios: si dividimos las 24 horas de un día en tres partes tendríamos 8h para dormir, 8 h para trabajar y 8h para el resto (atender a los niños, sacar a pasear al perro, poner el lavavajillas, etc…). Parece que no tengamos tiempo para nada, pero hagamos esa división del tiempo en el periodo de una semana. Tendremos 56 horas para dormir, 40 h para trabajar y 72 h para el resto (las 8h de todos los días más las 16 h que no trabajamos el fin de semana). Visto así, ¿no somos capaces de encontrar unas horas para nosotros mismos, para leer, para ir al gimnasio, para salir a bailar con nuestra pareja…?  

Se trata de no limitar nuestra posibilidad de disfrutar únicamente a las vacaciones. Si somos capaces de crear experiencias propias, compensadoras y gratificantes de forma constante y repartida en el tiempo, conseguiremos reducir el síndrome post vacacional. 

Podéis leer el artículo completo aquí.

 

Artículo escrito por el Dr. Xavier Fàbregas

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