Dicen que Winston Churchill, el primer ministro de Inglaterra durante la II Guerra Mundial decía que dejar de fumar era fácil: lo había hecho cincuenta veces. Más allá de la ironía, es cierto que la parte fundamental de la superación de una adicción no es la desintoxicación si no el hecho de aprender a vivir sin aquella droga.
El mantenimiento de la abstinencia surge de la aceptación de que seguirá existiendo un deseo, y que esto es parte inevitable del proceso de dejarlo.
Por lo tanto, hay que esperar momentos en los que reaparezca el deseo de fumar. Afortunadamente este deseo es episódico y sólo tenemos que luchar en estos momentos concretos. Las armas que podemos usar son las mismas que combaten el craving a las otras drogas. Y funcionan igual de bien cuando se aplican correctamente.
Es necesario mencionar que es especialmente importante combatir los argumentos que defienden los motivos para volver a fumar, ya que las ganas de fumar pueden poner en marcha un proceso de renegociación con nosotros mismos para volver a discutir la decisión de dejar el tabaco que unos días antes era firme. Frases del tipo: "sólo hoy" o "ahora seré capaz de controlar lo que fumo y será sólo un poco" sabemos que no tienen sentido. La única forma de dejar una sustancia a la cuál hemos desarrollado una adicción es no volverla a utilizar jamás.
Desestimado el argumento del control, se trata de aprender a disfrutar de la nueva situación, elaborando formas de aprovechar otras cosas que compensen la renuncia al tabaco. Al principio parece complicado.
Dr. Xavier Fàbregas Pedrell
Falgons, 4 de juny de 2017